XXXII Carta al destino. Andalucía, 16 de junio de 2023


Estimado Sr Eddie,

Cuanto tiempo si saber de Ud. ¿Qué tal está?

Las 19:55, y me encuentro sumergido en un autobús desde hace ya algo más de 9 horas, y créame que no he cruzado las fronteras nacionales. Debo estar a la altura de Granada, algo menos quizás. Pero eso será otra historia…

Hacía tiempo que tenía en mente escribir de nuevo, en preguntarle y preguntarme. De hecho, ha sido necesario leer mi última carta para saber por dónde nos quedamos, por donde me quedé… ¡Filomena! Enero de 2021…

Parece que nunca dejaríamos de llevar mascarilla, que nunca volvería la luz ni las sonrisas a las caras, y aquí estoy en un autobús de más de 60 personas respirando a pleno pulmón… 

El 2021, fue cuanto menos un punto de inflexión, un annus horribilis… la nieve de Filomena se derretía al mismo tiempo que se llevaba por delante la vida de mis abuelos, la esperanza de una primavera truncada con apenas 60 días para alientarnos entre un funeral y otro. 

Un contagio de Covid que como tantas familias nos hizo vivir un funeral sellado, literalmente, y una ausencia que petrificaba un amor conjunto de 60 años. Esos momentos en los que la desolación causa ansiedad, y como dice la copla: “algo se muere en el alma, cuando un amigo se va”… duele pensar en cuanto los echo de menos a diario.

Pasaron los meses, y el Sol del verano secó poco a poco las lágrimas de la cara. Mamá tuvo que ser operada de urgencia por un accidente semanas más tarde, y de nuevo, volvimos a entrar en un caos sistemático. Es curioso como el ciclo de la vida pasa, pero cuando un pilar falla, el templo de la tranquilidad se desmorona por completo.

No sé de qué forma, saqué fuerzas ese mismo año para cumplir sueños. ¿Sabe señor Eddie que formé una agencia de marketing digital? ¡Soy empresario! 

2022, poco tiene que contar en comparación al 21, y el 23… estamos vivos, ¿qué más queremos? 

Cruzando Andalucía, y después de perder un autobús y tantas horas fuera de casa sin nada que hacer, pienso en la gran cantidad de gente que nos antecede en la vida, en que todos formamos parte de un sistema único, cada uno especiales y diferentes a los demás, pero al igual que estos campos, cada matorral, olivo, encina e incluso mala hierba, son necesarios.

Así es este autobús, en el que he conocido a Carmen, una señora argentina que llegó a España a terminar su tesis doctoral jurídico con 60 años, y a María, una Hellinera de nacimiento que vuelve a Granada donde reside después de visitar a su hermana. Que historias tan bonitas tenemos cada uno por contar. ¿Por qué no emplearemos nuestras fuerzas en el bien y no en el mal? Supongo que como la mala hierba, también han de haber malas personas.

Sr Eddie, el Sol comienza a caer en picado tras el Parque Natural de la Sierra de Huétor, y Málaga parece quedar tras las Américas de Colón, ¡qué eternidad de carreteras! Aprovecharé para disfrutar de estos parajes bañados en oro con los últimos rayos del día, en lo que le envío estas humildes palabras de la mano Artemisa, diosa griega de bosques y colinas, para que de una forma u otra se las hagan llevar a la puerta de su morada. 

Hablamos pronto. Mis más cordiales saludos. 

Manuel Candel



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