XXXI Carta al destino. Albacete, 31 de agosto, 2018
Estimado Señor Eddie,
Muere agosto, y con él el verano;
Muerto el perro, se acabó la rabia.
Una canícula más, archivada en mis retinas.
Muerto el perro, se acabó la rabia.
Una canícula más, archivada en mis retinas.
¿Qué tal se encuentra Sr Eddie? Hacía días que llevaba
buscando un ratito para escribirle, pues ando sumergido en la recta final de mi
proyecto: “Conservas Osa Menor”. Tengo muchas hanas de acabarlo, son muchas las
horas de trabajo que llevo a mis espaldas, y ansío a ver el resultado final,
espero que le guste.
Siento satisfacción al mirar 70 días atrás, como siempre,
mis veranos son laboriosos: el grupo de teatro, la asociación cultural, el
grupo de Cáritas… No con ello, también he viajado: Sevilla, Córdoba, Valencia,
Benidorm, Altea… Cada uno en su medida, pero todos con su particular encanto.
En fin, un verano de los míos…
Desde hace algunos días, he dejado de tomar la mediación,
e incluso he comenzado a hacer deporte a diario, estaba cansado de esa vida
sedentaria a base de químicos, y de momento, me encuentro bastante bien.
En lo que a la parte emocional respecta, también he
llorado cuando lo he necesitado, y he reído siempre que he podido. Me cansa la
sociedad en la que vivimos, en la que cada uno va a lo suyo, a todos nos gusta
recibir unas palabras bonitas al amanecer, pero pocos nos dedicamos a
escribirlas; a todos nos gusta que nos hagan sonreír, pero los payasos parecen
estar también de vacaciones; ¿A quién no le gusta que le abracen? Pero ya no
quedan abrazos de esos largos que curan el alma, y hacen que suspire aliviado el
corazón… que morriña dan esas cosas, ¿Verdad?
Bueno, dejemos lo malo a un lado, seguro que en cuestión
de días, vendrán momentos mejores, y buenas noticias que contar. Por ahora voy
a la ducha y a continuar con el proyecto hasta que el sueño me venza y amanezca
en el mes de septiembre.
Pase buena noches Sr Eddie, desde aquí, le envío estas
humildes palabras, para que de una forma u otra, sean las tardías luciérnagas de
verano quienes se las hagan llevar a la puerta de su morada.
Mis más cordiales saludos,
Manuel Candel
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