XXX Carta al destino. Albacete, 27 de Diciembre, 2020

Estimado Señor Eddie,

Buenas noches y ¡feliz Navidad!

Varios meses han pasado desde la última vez que me senté a escribirle, pero no piense que me había olvidado de usted. El año exhala sus últimos días del calendario, un 2020 qué bien será recordado por muchos como un "annus horribilis" y no es para menos.

Ayer llegaba a España la ansiada vacuna contra la Covid, y en teoría mañana  empezará la vacunación, un remedio que para muchos ha llegado demasiado tarde.

Yo termino el año... vivo, que no es poco. Con los labios heridos por el estrés y las defensas bajas posiblemente, el cuerpo tiene un límite y a veces lo acerco mucho al borde de su capacidad. Llegado el mes de septiembre, me sumergía de nuevo en el maravilloso mundo del aprendizaje, del saber por placer, así como quién riega su alma con la cultura. Me matriculé en el grado de Historia del Arte, algo que desde hace tiempo tenía en mente y por fin es una realidad, por intentarlo no iba a perder nada. Desde entonces mis noches vienen acompañadas de egipcios, mastabas, y pirámides. Es increíble.

Al unísono prosigo con mis proyectos laborales, y desde hace una semana y al estar hasta el mes de mayo, incluiré a mi agenda un curso coworking, acerca de proyectos innovadores de emprendimiento. Otra de mis cuentas pendientes. ¡Emprender mi propio negocio! Hace unos días, comentaba a mis amigos algo así como que tenía ansias de pagar impuestos y contribuir con mi trabajo Hacienda. Es lógico lo que llego después: sus carcajadas. No es sólo cumplir mis metas, es el hecho de poder crear puestos de empleo a más personas. No sé si podré tirar del carro con tantas cosas, o todo sea un cúmulo de locuras que indican mi necesidad de ir visitando al psicólogo. ¿Por qué no? El tiempo nos dará la respuesta.

Estos días, son como la maleta que todos preparamos antes de viajar, y revisamos para no olvidar nada.
Próximo destino: 2021.

Revisando mis fotos del móvil, encontraba una imagen que hice hace algunas semanas en el pueblo. Hay una tradición en Fuensanta, y es que llegado el momento en que la Virgen llega en romería al término y se le cambia de manto, los peregrinos se abalanzan a conseguir uno de los alfileres del vestido de la Santa. Sudando, cansado, y casi exhausto, mi afán era conseguir un solo alfiler, en mitad de la Mancha bañada de amapolas de junio, para llevárselo a la abuela, a casa. Allí, lo enganchaba a la cortina que hay tras su sillón, después de mostrárselo orgulloso diciendo: “mire abuela, es de la Virgen”.

Una cortina convertida en alfiletero de puntas blancas, coronando el sillón donde tantas veces, fue epicentro de amor, de cariño, de inocencia… Un sillón que ejercía de faro, divisando al frente la entrada a la casa, a la espera de que sus hijos, nietos, o vecinos movieran el picaporte, interrumpieron su sueño, y aprovechara para charlar e  invitar a tomar un “aguardentao” en compañía. 

¡Que daría por volver a cantar "Manolín chiquitín" con ella! Las lágrimas se agolpan en la mejilla de forma inevitable, pero esos recuerdos lo quiero siempre mi maleta.

La Nochebuena en casa de los yayos, dejó momentos divertidos el con el abuelo Juan, cuandohice ademán de ponerle un culín de vino para no interrumpir su medicación, y de repente me dijo: ¿Te vas a beber tú lo demás? Jajaja si nos descuidamos tenemos que esconder la botella. Terminamos brindando por nosotros, por la salud, y por muchos años más. Ojalá sea así, y aunque la yaya cenara antes, pero que podamos seguir celebrando juntos la Navidad. Prométemelo Sr Eddie.

Marcho a la cama de un brinco, a ver qué se cuenta esta vez Ramsés II y compañía. Espero que tenga un bonito final de año Sr Eddie, y por supuesto, pedirle que el que viene sea mil veces mejor, como poco. Le envío estas humildes palabras de manos de Bastet diosa de la felicidad, para que de una forma u otra, se las haga llevar a la puerta de su morada.

 Mis más cordiales saludos,
¡FELIZ NAVIDAD! 

Manuel Candel