VII Carta al destino. Albacete, 24 de mayo, 2013

"¿Dónde quedó todo?"

Estimado Sr Eddie,

Al fin llegaron las golondrinas, que tanto tiempo llevo esperando. Estamos casi acabando un mes de mayo pasado por agua, hasta tal punto que algunos días daban ganas de sacar la barca a la calle. No recuerdo un mes de mayo tan mojado. De no ser por las golondrinas que yo mismo tatué en las paredes del patio de casa, creo que hubiera perdido los ánimos por oír canturrear los pájaros en el cielo un año más.

Quisiera cuestionarle hoy Sr Eddie, algunos temas que hace ya tiempo andan rondando mi cabeza. ¿Por qué el ser humano es tan sumamente orgulloso? ¿Dónde esta la humildad y sencillez que supuestamente nuestros padres nos inculcan a todos cuando nacemos?

Dicen que chocarte con una piedra te hace mas fuerte la próxima vez, pero dicha fuerza ha llegado a incluso hacernos daño a nosotros mismos. ¿Se nos olvido perdonar? No lo creo. Realmente es bueno equivocarse, siempre que herremos la vez próxima, pues herrar es de sabios, pero desde mi punto de vista, si cada vez que nos cayéramos con una piedra, en vez de herrar nos cerráramos en nuestro orgullo, deberían partirnos la cara con la piedra que haya sido, y cuanto mayor sea la bofetada mejor.
                                            
Nos volvemos fríos, necios, vengativos, orgullosos, rencorosos... ¡Unos completos gilipollas es lo que nos volvemos! y me incluyo en dicho paquete.

Pondría la mano en el fuego Sr Eddie, a que la mayoría de los que habitamos la tierra, echamos de menos a alguien con quien ya no tenemos relación, o incluso quisiéramos decir un “Te Quiero” que por vergüenza u orgullo no lo hacemos.

¿Dónde quedaron el “Gracias”, “Te Quiero”, el “Por favor” o el “Perdóname”? Realmente me gustaría saberlo.

Me considero alguien bastante agradecido, modestias aparte, pero aun así, no pararé nunca de decir “Te Quiero” a quien de verdad quiero en mi vida, pues cosas así son las que hacen mas gratificantes nuestra existencia.

Ojalá estas humildes palabras hicieran cambiar un poco el mundo, o que alguien se sincerara conmigo o con aquellos a quien de verdad añora, pero creo que la sociedad vive sumergida en la mierda afectivamente, y muchas personas no tendrán los “huevos” que hay que tener para rebajarse a decir lo que piensan de los suyos.

Me despido con esto, discúlpeme si me he propasado en adjetivos desagradables, pero son temas que realmente cambiarían la sociedad. Y por todo esto Dios mediante, encomendaré estas líneas a los pajaricos que sobrevuelan mi ciudad, para que de una forma u otra, le hagan llegar mis pensamientos una vez más a las puestas de su morada.



Atentamente,


Manuel. C

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