XXVII Carta al destino. Albacete, 24 mayo, 2020


Estimado Sr Eddie,

Hace más de dos horas que el reloj tocó a la medianoche, y aquí me encuentro en compañía de Serrat y su Mediterráneo… no me preocupan las horas de coger un boli del bote, y ponerme a escribir, pues según pasan los días, duermo menos y peor, supongo que llega un momento en la vida que el cuerpo sabe que necesita dormir menos para vivir más, o al menos eso cuenta el abuelo.

¿Qué es la vida Sr Eddie? Según pasan los años, voy entrando más en un ciclo de desprendimiento material, menos es más. De nada sirve centrarnos en las miles de raíces de un árbol, si no sabemos descubrir la belleza de una sola flor. Así me siento yo, soltando los objetos que me puedan aferrar al pasado para poder dejar espacio al presente. Quizás durmamos menos, para soñar más…

¿Pero por qué sigo acumulando letras y cartas después de más de 7 años de intermitentes envíos? Supongo que de alguna manera, es mi forma de intentar permanecer en la historia, cuando sirva de banquete a los gusanos…

¿Sabe una cosa Sr Eddie? Hace algunos días, Curro, el agapornis que trajo Carlos a casa, decidió empezar una nueva etapa en solitario. Él solo abrió la puerta de la jaula como siempre hacía en casa, pero esta vez en la terraza…

Ver esa jaula vacía causó una estrofa de diferentes silbidos de mamá y míos, con la esperanza de que como siempre, fuesen respondidos con su piar… Después de un largo rato mirando los tejados y el cielo, pasó una bandada de gorriones al caer la tarde, en dirección de algún parque a buscar cobijo antes de caer la noche. En ese momento, dejamos de llamarlo. Ahora no hay techo que le impida levantar más alto el vuelo, y desplegar sus alas verdosas.

Me pregunto si seguirá vivo, al fin y al cabo siempre ha vivido en cautividad, y fui yo quien le dio su primera papilla con jeringuilla, dentro de una pecera envuelto en trapos para darle calor y protección. Llegó con más pico que cuerpo.

Supongo que dentro del cariño que le tenemos, también va la aceptación de que ahora sea libre. Ojala haya sobrevivido y pueda posarse en mil ventanas para alegrar a quién esté dentro con sus cantos.
Vuela Curro, vuela tan alto como puedas, vuela hasta encontrarte con el Mediterráneo del que habla Serrat, y puedas conocer el mar. Tu jaula terminará en la basura, si vuelves que sea de paso a piar en mi ventana.

Marcho a la cama Sr Eddie, espero que ese pajarico de alas verdes, le lleve estas humildes palabras a las puertas de su morada.

Mis mas cordiales saludos,

Manuel Candel

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