IV Carta al destino. Albacete, 2 de abril, 2013

 “¿Será la primavera? “

Estimado Sr Eddie,


Una vez más, cuando el silencio de mi ser comienza a ser casi estruendoso, es el momento en el que decido a sentarme frente a esta pantalla, para intentar sacar alguna misteriosa conclusión sobre la vida.


Muchos días han transcurrido después de la última vez que me decidí a escribirle. Atrás ha quedado un gélido invierno plasmado en alguna que otra fotografía de un paisaje nevado. Parecía que nunca llegaría a su fin, y ahora, sin darnos cuenta, nos hemos plantado ya en primavera, que curioso. 


Hoy, por cuestiones de la vida, y de una manera algo extraña en mi, no se por que tema declinarme al escribir, pues no son mis dedos los que marcan las teclas, ni mi cerebro, ni mi corazón… ¿A qué agarrarnos cuando llega ese sentimiento? El amor…


Soy de los que piensan, que el amor ni siquiera existe, perdón, rectificaré, el amor al igual que todo se acaba. El amor es dolor, y eso es lo que mas pánico me da, pero de la misma manera pienso, que negarnos al amor por miedo al dolor, sería como negarse a la vida, por miedo a la muerte. ¿Irónico verdad?


Ya no se ni en que creer. En estos tiempos en los que las hormonas van en “rompan fila” y están mas alteradas que en un concierto de “Raffaela Carrá” es cuando me paro a pensar si merece la pena. Analicemos la situación:


En primer lugar, una pareja aporta estabilidad a tu persona (No en todos los casos) te transmite cariño, pasión, miedo, dolor, venganza, ira, amor, ternura. Una pareja puede sacar lo mejor y lo peor de todos nosotros, pero de la misma manera, en ningún momento podremos disfrutar de la libertad que teníamos antes, estrés, explicaciones agobio, libertad, amplitud…


Me resulta inútil decidirme por algún bando de los dos, o al menos así me resultaba, hasta que hace no mucho, alguien me conto una pequeña fábula sobre el amor: 


“El Amor, escrito con mayúscula, érase el nombre de un pequeño pajarillo de campo. No vayas detrás de el persiguiéndolo, porque se asustará, y se irá volando, espera paciente, aliméntalo cada día, y el vendrá hacia ti”


De momento, lo único que tengo claro sobre todo esto, es que voy a disfrutar a cada momento, mientras alimentaré cada día, todo aquel parajillo revoltoso que se cruce por mi camino…


Y por todo esto, Dios mediante, encomiendo estas sinceras palabras a las aguas del Júcar a su paso por la Mancha, para que de una manera u otra, sean colocadas de forma misteriosa a las puestas de su posada.


Mis más cordiales saludos.


Manuel.C

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